Al seleccionar la opción Si, salir de Amgen.es Usted comprende que está saliendo de la página corporativa de Amgen España y que será redireccionado a otro sitio de Internet perteneciente a terceros, por cuyo contenido u opiniones Amgen España no es responsable ni hace ninguna afirmación relativa a dicho contenido o a su exactitud. Al seleccionar esta opción y acceder a sitios de terceras partes vinculados, Usted comprende que lo realiza a su propio riesgo.
El sitio de Internet al que será redirigido puede estar diseñado exclusivamente para los residentes de uno o varios países en particular, tal y como se anuncia en dicho sitio web. Como consecuencia, el sitio web al que será dirigido puede contener información de productos farmacéuticos o indicaciones que no estén aprobados en España. Si Usted reside en un país distinto al que se dirige dicha página web, por favor póngase en contacto con su filial local de Amgen para obtener la información correcta sobre productos en su país de residencia.
La información que figura en esta sección de la página web está dirigida exclusivamente al profesional sanitario facultado para prescribir o dispensar medicamentos, por lo que se requiere una formación especializada para su correcta interpretación. Los productos mencionados en la web de Amgen España pueden tener una ficha técnica autorizada diferente en otros países. La información de producto ofrecida aquí está dirigida exclusivamente a profesionales sanitarios residentes en España.
¿Quieres continuar?
La biotecnología se ha utilizado de forma rudimentaria desde que los primeros maestros cerveceros comenzaron a utilizar cultivos de levaduras para elaborar cerveza. El gran avance que sentó las bases de la biotecnología moderna fue el descubrimiento de la estructura del ADN a principios de la década de 1950. Para comprender la forma en que este descubrimiento dio lugar al cabo del tiempo a los tratamientos biotecnológicos, resulta útil contar con un conocimiento básico del papel fundamental del ADN en la salud y la enfermedad.
El ADN es una molécula muy larga y enrollada presente en el núcleo (el centro de operaciones) de la célula. Contiene toda la información necesaria para la creación y funcionamiento de un ser vivo, ya sea un microbio, un ave o un ser humano. En el ADN, la información se almacena como un código formado por cuatro elementos básicos denominados nucleótidos. El orden en el que están dispuestos los nucleótidos es semejante al orden en el que se disponen las letras para formar las palabras que componen los enunciados e historias. En el caso del ADN, el orden en que se disponen los nucleótidos forma los diferentes genes. Cada gen contiene las instrucciones necesarias para formar una proteína específica.
Con escasas excepciones, cada célula del organismo contiene una copia completa del ADN de dicho organismo. Los genes del ADN de una célula específica pueden estar activos o inactivos, dependiendo de la función y las necesidades de dicha célula. Una vez que se activa un gen, la información que contiene se utiliza para sintetizar o expresar la proteína a la cual codifica. Muchas enfermedades se deben a genes activados o desactivados incorrectamente.
La producción de proteínas es un proceso de varios pasos que incluye los procesos de transcripción y traducción. Durante la transcripción, el código de ADN original para una proteína específica se reescribe en una molécula llamada ARN mensajero (ARNm); el ARNm tiene nucleótidos similares a los del ADN. Cada grupo sucesivo de tres nucleótidos forma un codón (o código) para uno de 20 aminoácidos distintos, que son los eslabones que forman las proteínas.
Durante la traducción, una estructura celular denominada ribosoma se une a una cadena de ARNm. Otras moléculas, llamadas ARN de transferencia, forman una cadena de aminoácidos que coincide con la secuencia de codones del ARNm. Las cadenas cortas de aminoácidos se denominan péptidos. Las cadenas largas, conocidas como polipéptidos, forman las proteínas.
Los aminoácidos que forman una proteína interactúan entre sí, y estas interacciones complejas confieren a cada proteína su propia estructura tridimensional específica. Esta estructura, a su vez, determina la forma en que funciona la proteína y a qué otras moléculas afecta. Los tipos de proteínas más comunes son:
Las enzimas, que unen o separan las moléculas.
Las proteínas mediadoras de señales, que transmiten mensajes entre las células y los receptores, los cuales reciben las señales enviadas por otras células mediante proteínas.
Las proteínas del sistema inmunitario, como los anticuerpos, que defienden a un organismo contra las enfermedades y las amenazas externas.
Las proteínas estructurales, que dan forma a las células y a los órganos.
Debido a la enorme variedad de funciones que tienen las proteínas, en ocasiones se conocen como el “caballo de batalla” de los seres vivos. Sin embargo, cuando las proteínas clave faltan o funcionan incorrectamente, el resultado suele ser una enfermedad de un tipo o de otro.
La ingeniería genética es el pilar de la biotecnología moderna. Se basa en herramientas científicas, desarrolladas en las últimas décadas, que permiten a los científicos:
Identificar el gen que produce la proteína de interés.
Cortar la secuencia de ADN que contiene el gen a partir de una muestra de ADN.
Insertar el gen en un vector, como un plásmido o un bacteriófago.
Utilizar el vector para transportar el gen al ADN de las células huésped, como escherichia coli (E coli) o células de mamífero cultivadas.
Provocar a las células para que activen el gen y produzcan la proteína deseada.
Extraer y purificar la proteína para su uso terapéutico.
Cuando se cortan y pegan segmentos de ADN para formar nuevas secuencias, el resultado se conoce como ADN recombinante. Cuando se inserta ADN recombinante en las células, las células utilizan este modelo modificado y su propia maquinaria celular para producir la proteína codificada por el ADN recombinante. Las células que tienen ADN recombinante se conocen como células genéticamente modificadas o transgénicas.
Para manipular las células y el ADN, los científicos utilizan herramientas tomadas de la naturaleza, que incluyen las siguientes:
-Enzimas de restricción.
En la naturaleza, esta enzima se utiliza para reparar el ADN roto. También puede utilizarse para pegar genes nuevos en el ADN.
-ADN ligasa.
En la naturaleza, esta enzima se utiliza para reparar el ADN roto. También puede utilizarse para pegar genes nuevos en el ADN.
-Plásmidos.
Son unidades circulares de ADN que pueden sintetizarse para transportar los genes de interés.
-Bacteriófagos (también conocidos como fagos).
Estos son virus que infectan bacterias. Los bacteriófagos se pueden modificar por ingeniería genética para que transporten ADN recombinante.
La ingeniería genética permite a los científicos fabricar moléculas que son demasiado complejas para sintetizarlas por métodos puramente químicos. Esto ha dado lugar a nuevos tipos importantes de tratamientos, como las proteínas terapéuticas.
Las proteínas terapéuticas incluyen las que se describen a continuación, así como las que se utilizan para sustituir o incrementar las proteínas que los pacientes producen de forma natural, en particular cuando los niveles de la proteína natural son bajos o están ausentes debido a una enfermedad. Las proteínas terapéuticas pueden utilizarse para tratar enfermedades como el cáncer, los trastornos de la sangre, la artritis reumatoide, las enfermedades metabólicas y las enfermedades del sistema inmunitario.
Los anticuerpos monoclonales son una clase específica de proteínas terapéuticas diseñadas para interactuar con invasores externos, o con células cancerosas, a través del sistema inmunitario. Los anticuerpos terapéuticos pueden dirigirse e inhibir proteínas y otras moléculas del organismo que contribuyen a la enfermedad.
Los pepticuerpos son proteínas obtenidas por ingeniería genética que tienen atributos tanto de péptidos como de anticuerpos, pero se diferencian de ambos.
Las vacunas estimulan el sistema inmunitario para que proporcione protección, principalmente contra los virus. Las vacunas tradicionales utilizan virus muertos o debilitados para “preparar” al organismo para que ataque al virus real. La biotecnología permite crear vacunas recombinantes basadas en los genes virales.
Estos nuevos modos de tratamiento proporcionan a quienes desarrollan fármacos más opciones para determinar la mejor forma de combatir una enfermedad. Sin embargo, la investigación y desarrollo (I+D) biotecnológicos, al igual que la I+D farmacéuticos, son procesos prolongados y exigentes, con muchos obstáculos que es necesario superar para tener éxito.