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La psoriasis es una dolencia inflamatoria crónica y no contagiosa que puede afectar a la piel, a las uñas y, en ocasiones, a las articulaciones.
Se inicia en el sistema inmune, en unas células de la sangre llamadas linfocitos T que ayudan al cuerpo a protegerse ante enfermedades e infecciones. En la psoriasis, estas células se activan de manera acelerada provocando diversas respuestas celulares, como la proliferación de las células de la epidermis, que crecen mucho más rápido, superponiéndose unas con otras y dificultando su desaparición.
Este fenómeno se manifiesta en forma de zonas blanquecinas con signos de enrojecimiento en la superficie de la piel, produciendo picor o dolor. Esas áreas también se conocen con el nombre de placas o escamas y suelen manifestarse entre el 85 y el 90% de los pacientes que padecen la enfermedad.
La psoriasis afecta al 2,3% de la población española y suele aparecer entre los 15 y los 35 años. Aunque no es una patología hereditaria, uno de cada tres afectados tiene familiares que la sufren.
Asimismo, las personas que padecen esta enfermedad tienen mayor riesgo de desarrollar otras complicaciones, como artritis psoriásica, diabetes, enfermedad cardiovascular o depresión.
El principal síntoma de esta enfermedad inflamatoria es la aparición de placas, zonas rojizas con escamas de piel que producen dolor y/o picor. En el caso de que aparezcan en las palmas de las manos o de los pies, también pueden producirse fisuras.
El estado de estas placas suele ser muy variable y depende de la biología de cada individuo. Incluso, en el mismo paciente, estas pueden evolucionar de forma distinta, dependiendo del momento en el que se encuentre. No obstante, algunas de las zonas en las que se manifiesta la enfermedad con mayor frecuencia suelen ser la cara, el cuero cabelludo, los codos, las rodillas, las palmas de las manos y de los pies, los genitales, las orejas y las uñas.
La psoriasis se produce por un fallo en el sistema inmunológico. Aunque se desconocen las causas, se sabe que la genética juega un papel importante (entre el 30 y el 40% de los pacientes tiene un familiar con esta enfermedad). Así, según la Fundación Piel Sana de la Asociación Española de Dermatología y Venereología, el riesgo de padecer psoriasis es del 41% cuando la padecen ambos progenitores, del 14% cuando solo la sufre uno de ellos, y del 6% cuando el afecto es el hermano.
Se ha documentado que algunos factores ambientales también pueden actuar como desencadenante de la enfermedad. Es el caso del estrés,los golpes directos sobre la piel,las infecciones, el uso de medicamentos,el clima frío, los cambios de estación o el consumo de alcohol y tabaco, entre otros.
El diagnóstico suele realizarlo un dermatólogo mediante la observación directa, aunque en algunos casos es necesario confirmarlo con una biopsia.